
Amanece en la ciudad. Junto a ti aquella botella de vino consumida. A mi lado las colillas del cigarrillo dejaron ya de humear. Sin dormir adviertes que es temprano, cuando miras el reloj y te das cuenta que las horas pasaron como si nada.
Un nuevo amanecer, una nueva conversación, mixturas y relieves, de una conexión casi idéntica.
Y al mirar alrededor, las calles transpiran con el calor de la mañana que empieza a asomar, los árboles botan esencia y el sol interrumpe la suavidad de esa oscuridad perfecta que acoge placeres y risas.
Es ir viajando con la mente, retrocediendo en un primer plano, es crear días especiales para profesiones olvidadas. Son números que viven, que tienen una historia. Que nacen cuando los miras y que mueren cuando los olvidas.
Caminando, sintiendo las pisadas, el frío arrecia y envuelve la garganta. Un sin fin de palabras al viento, cayendo indelebles perforando pavimentos. Una mirada profunda, un desplome en tus brazos. Esencia que traspasa ropajes, colores vivos que emergen de las montañas.
Tonos de piano acompañan el regreso, perfumando el cuerpo abatido del trasnoche. Una vuelta casi automática, una despedida que no dice adiós, sino hasta mañana.
Son días especiales, de un renacer impecable, una muestra y un regreso, revivir siendo grande.
Un nuevo amanecer, una nueva conversación, mixturas y relieves, de una conexión casi idéntica.
Y al mirar alrededor, las calles transpiran con el calor de la mañana que empieza a asomar, los árboles botan esencia y el sol interrumpe la suavidad de esa oscuridad perfecta que acoge placeres y risas.
Es ir viajando con la mente, retrocediendo en un primer plano, es crear días especiales para profesiones olvidadas. Son números que viven, que tienen una historia. Que nacen cuando los miras y que mueren cuando los olvidas.
Caminando, sintiendo las pisadas, el frío arrecia y envuelve la garganta. Un sin fin de palabras al viento, cayendo indelebles perforando pavimentos. Una mirada profunda, un desplome en tus brazos. Esencia que traspasa ropajes, colores vivos que emergen de las montañas.
Tonos de piano acompañan el regreso, perfumando el cuerpo abatido del trasnoche. Una vuelta casi automática, una despedida que no dice adiós, sino hasta mañana.
Son días especiales, de un renacer impecable, una muestra y un regreso, revivir siendo grande.
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