martes, 18 de noviembre de 2008

Mirada crítica a nuestro alrededor

Estamos inmersos en una sociedad de consumo, de la inmediatez de los actos y las comunicaciones. Una especie de jungla donde conviven personas de diversos credos, pensamientos políticos afines o contrarios, de valores y principios éticos que muchas veces no existen y por ende causan grandes problemas. Cuesta crear un espacio en donde poder descansar un instante, debido a que la tecnología nos ha hecho presos de nuestro propio tiempo y espacio.
Las relaciones interpersonales son cada vez más lejanas y temerosas. El ser humano ha ido perdiendo su esencia en post de un desarrollo técnico que lo aleja de la naturaleza misma del ser. La competencia es descarnada entre los pares, cuando se tiene como fin el exitismo, que ha degenerado la conciencia del hombre.
El trabajo está consumiendo a las personas, las esclaviza. Todo para generar más riquezas, siendo que muchas veces no es necesario. Otras en tanto, deben sacrificarlo todo para llevar el sustento que alimentará a su familia. Y muchas veces perderán todo por hacerlo, incluso a los que más quieren. Porque la hora de trabajo le esta ganando a la hora de conversación, el tener un mejor auto es mejor que compartir un tiempo con los hijos, un reloj y un par de joyas como regalo son más importantes que una palabra de consuelo o apoyo en situaciones críticas.
La sociedad se está desgastando y quizás sea un cambio irreversible. Puede ser que las nuevas generaciones hayan asimilado el vuelco y les guste la nueva vida. Muchos se sienten cómodos con las nuevas tendencias y lo que es peor, un montón de gente ni siquiera se cuestiona estas inquietudes debido a que no les interesa. “Es lo que hay”, dicen como si fuera gracioso o superficial. ¿Para qué cuestionar todo si hay tantos problemas?.
Las masas se han ido personalizando, el descontento de la vida va en continuo aumento. Los crímenes se van banalizando y cada vez en más difícil sorprenderse con un asesinato o con la muerte misma. El costo de la vida sigue creciendo y no se concibe cómo la mayoría de Chile puede seguir viviendo. El endeudamiento está presente cuando nos despertamos, cuando salimos a la calle, cuando almorzamos, ¡cuando no!.
Los embarazos adolescentes se han multiplicado, el respeto por los adultos o ancianos es cada vez más escaso, los códigos morales han sido dejados de lado y la libertad ha sido manoseada por el concepto de libertinaje.
La religión es cada vez más censuradora y a la vez incoherente. El bastión del conservadurismo empieza la búsqueda de acercarse y asimilar su tradición a los tiempos modernos, perdiendo validez en sus argumentos centrales. Sacerdotes preocupados del dinero, vendiendo la fe a los necesitados de consuelo. Abusos a menores que no tienen defensa y al mismo tiempo prédicas conciliadoras que intentan recalcar la bondad del hombre y sus actos.
Los contrastes son cada vez más insostenibles. Falta un análisis de la sociedad en cuanto a las raíces. Darse cuenta de los problemas que aquejan al Chile humano. Pero eso necesita de tiempo, el valor más escaso que existe hoy, el tiempo. Porque casi nadie está dispuesto a dar su espacio gratis. Son muy pocos lo que se atreven a dar argumentos para decir los problemas que pasan en la iglesia, debido a que pueden ser catalogados de herejes. Son pocos los que se atreven a argumentar para mejorar las condiciones de trabajo, debido a que pueden perder sus empleos. Son escasos los hombres que se dan un instante para pensar en los demás y no sólo en ellos mismos.
Es la vida que estamos viviendo o que está desarrollándose a nuestro alrededor. Muchas veces hacemos vista gorda a esa vida que no nos toca. No oímos las suplicas de aquellos que sufren porque no tienen para comer. Nos cuesta quedarnos un segundo escuchando al señor de la plaza que nos habla incoherencias, porque tenemos que llegar a sentarnos a ver televisión. Siendo que ese hombre no tiene con quién conversar puesto que está solo o ha sido abandonado a la suerte del indigente.
Estamos preocupados de lo que le pasa a ciertas figuras de la televisión en vez de preocuparnos de nuestros propios familiares. Nos causa irritación, cuando aparecen los niños limpiadores de vidrios, porque nos atosigan para que les demos cien pesos por el trabajo realizado. Y al mismo tiempo pagamos doscientos pesos más para agrandar “el combo de una comida chatarra”.
A veces siento que no debería decir nada, porque la incapacidad de cambiar el mundo es tan difícil como idílica. Parece un sueño y muchas veces es ridiculizada por algunos que dicen: “Estás en la etapa donde quieres cambiar el mundo. Ya verás que la propia vida se encargará de que aterrices”. Y al parecer es cierto. Porque al leer el diario siguen apareciendo los mismos temas con diferentes agentes. Sigue siendo lo material el motor de la vida. Sigo extrañando las opiniones que nos lleven a pensar más allá del simple concepto o palabra de moda. Siguen ocurriendo las mismas cosas y continúan pasando por la vida los mismos arrebatos y desigualdades.
Otras veces siento que es mejor no cuestionarse tanto las cosas. Sería más fácil asumir lo que hay y adecuarse a los hechos. Tratar de vivir con lo que se tiene y disfrutar de la vida tal cual es. Como muchas personas han dicho: “Hay que tratar de ser feliz”. ¿De qué sirve pelear por causas perdidas?, ¿Para qué preguntarse el por qué de las cosas?. Es mejor vivir y disfrutar la vida, que andar indagando en el fondo de cada cosa. Es más sano.
Pero no me es posible ser así. Iría contra mis principios y pensamientos. Las cosas tienen un sentido y un por qué. No es un tema de ser más feliz siendo de una u otra forma. Es una necesidad intelectual que me lleva a ver las cosas y su trasfondo. El significado y el debido proceso de un acto. Las verdaderas motivaciones que inciden en que ciertas cosas o instituciones sean de una u otra manera. No me conformo con que alguien me diga: “Esto es así porque es así“. No puedo con eso.
De esta manera siento que puedo cambiar o al menos darme cuenta del significado de lo que me rodea. Es vivir por mis propios sentidos.
Los invito a tener una mirada crítica de nuestro alrededor que nos permita mejorar los aspectos esenciales de la persona humana y por consiguiente empezar a darle la vuelta a esta sociedad cada vez más enferma y carente de sentido.

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