
Inmerso en aguas trasparentes, viendo el mundo desde las profundidades. Aquellas que dejan expuesto al sol, a través de gotas que van subiendo lentamente.
Oxigenando recuerdos que están guardados en tesoros de piratas y estrellas. Acuñando las monedas que alguna vez representaron algo y que por algún motivo, hoy desaparecen en miles de interpretaciones.
Surcando las aguas de mareas exaltadas, con ritmos bamboleantes y extrañas contorciones.
Estoy ahí, parado frente a tu inmensidad azul. Con ropas de carácter rimbombante. Apoyado en el timón maderero de añejas historias, empuñando el acero filudo de un cuchillo pérfido. Y tus aguas arremeten con firmeza y engaño. Dejando inundado los rincones más remotos de mi persona. Las corrientes llevan las historias y los aromas se sienten en abstracto. Los cardúmenes pasan a mi lado, esperando quizás el retorno tranquilo o el bagaje apacible de un romántico viaje.
Y muchas veces exploran mis espacios, seres extraños de trajes porosos, dejando expuesta mi piel al eterno descubrimiento, entre las oscuras profundidades de mis solitarios descansos.
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