lunes, 21 de julio de 2008

Cárcel del cuerpo, libertad del alma


Era una habitación enorme, rodeada de detalles maravillosos, el aroma que respiraba provenía de la tasa de café que tenia a mi costado, la iluminación era tenue, miraba la chimenea robustecida de piedra que acomodaba mis pensamientos mas profundos. Sentado en la silla mecedora, divagando por el mundo del pensamiento, esa sensación de placer, de bienestar espiritual trasformaba mi cuerpo en luz, en una nube que se eleva por entre las cortinas y mi ropaje.
Caminaba por las estrechas calles de mi ciudad, un frío día de Julio, poco a poco una extraña sensación me paralizó y contemple algo que me dejó atónito en la penumbra de la noche. Era una visión, miré al cielo y vi como una estrella se acercaba hacia mi, el frío de la oscuridad cesó, sentí un calor incandescente en mis venas fluyendo de mi corazón como el resplandor de mi mente. Entré en un transe especial, mire mis manos abiertas escudriñadas por el frío, pero no sentía nada. Mi cuerpo estaba morado pero no sentía absolutamente nada. De a poco mis ojos fueron cerrándose al ambiente y abriéndose a la mente. Al pensamiento abstracto, a recorrer los sentidos, a ser una masa que no se puede palpar, solo sentir. Sentí un peso sobre mi espalda, caí al suelo al no soportar tanto amor, tanto cariño y aprecio. Fue algo que marco mi vida por completo, aprendí a ver mas allá de lo que los ojos simplemente ven, aprendí a sentir algo mas de lo que la mano puede palpar, aprendí a oír no solo las palabras que salen de la boca, sino que a entenderlas. Fue fantástico, dibujo en mi una personalidad abocada a lo mas importante en la vida, a ser simplemente uno tal cual es. A dejarse llevar por los sentimientos, a comprender a los demás y a saber escuchar.
Poco a poco la luz de esta enorme habitación, va penetrando las cortinas y el aroma del café se pierde a cambio del olor a leño que está por acabarse. Dejé la silla mecedora en la cual estaba postrado y caminé lentamente por el sendero que dejaba la luz. Saqué un cigarrillo del bolsillo, lo encendí lentamente dejando que el fuego consumiera el tabaco de un trasnoche pensativo. Lo acerqué a mi boca, fumé y deje que el humo penetrara mi cuerpo abatido por la noche. Sentí el paso por los pulmones rebosantes en nicotina, boté lentamente el humo alojado en mi cuerpo y percibí un relajante estado de flacidez.
Cada cual tiene dentro de sí, algo especial. Algo que hace de cada uno una persona diferente. Al estar alejado de la realidad, aunque sea por un momento, me hace sentir y aflora en mi algo distinto a lo que soy estando en un ambiente real. Será la abstracción, el viaje por los sueños, el no sentirse presente, el estado brumoso y agradable de la irrealidad concreta.
Ya está de día, abrí las cortinas perfumadas a cigarrillo y aprecié la grandeza de la naturaleza. Ese horizonte despampanante ante mis ojos. La dura realidad de estar encerrado en una burbuja impenetrable, ese anhelo de libertad y gozo por salir. Poco a poco, esta inmensa habitación con sus detalles va desapareciendo. Empecé a ver una celda lúgubre, sentí el cuerpo encarcelado y atado a un lugar físico del cual no podré salir jamás. A su vez mire a mi alrededor y no habían ventanas, miré al cielo y solo vi la oscuridad del techo. Sentí hambre y de pronto vi al carcelero dejar una ración de comida junto a la puerta. Al fin desperté de los sentimientos y vi la verdad de mi situación. Estar condenado a cadena perpetua en un lugar pequeño, acompañado solo por los sueños de libertad, solo postrado en una cama de madera y percibiendo el olor a soledad y castigo. La única esperanza para vivir este calvario son mis recuerdos. Lo único que perdura en el tiempo son los recuerdos de amor, felicidad y momentos de comprensión, que marcan la vida para siempre, que vuelan por las paredes del corazón y que afloran cuando uno rompe las barreras de la realidad y fluyen del alma.

lunes, 14 de julio de 2008

Luces Rasgadas




Que grande es este lugar, lleno de gente, de vidas paralelas, de rostros diferentes, de cuerpos similares, no puedo con tanto detalle.
Mientras caminaba a un banco para sentarme, de a poco el día se iba trasformando en atardecer, las palomas emprendían su vuelo, la gente iba disminuyendo y solo quedaban los poetas como yo, que sienten en el atardecer una atracción única, que aflora bajo la piel y se escabulle dentro de las venas, logrando su perfección en el calor del corazón y la mente. Es maravilloso el colorido que da ésta hora, reflejado en la monotonía de los adoquines de la plaza, mezclado con la gran variedad de verdes que dan los árboles postrados en la tierra cobijando a los pajarillos.
La pileta da una grata sensación, es como estar en una roca gigantesca y que la brisa del mar te golpee el rostro, dejando sus huellas como gotas que resbalan por el pómulo, para terminar siendo succionadas por la tierra.
Ya oscureció, tomo mi bolso para sacar vida, papel y lápiz. Herramientas que describen mi pasado, que relatan mi presente y que forjan mi destino.
Al deslizar el lápiz por el papel, voy sintiendo como el carboncillo comienza a trasformar las rayas en letras, y éstas en palabras, aquellas en frases, luego en oraciones y cada vez van aumentando hasta llegar al punto final. Ese centro oscuro y perfecto que amarra de manera singular todos los sentimientos y los plasma en cosas reales. Pasa por el cuerpo hasta llegar nuevamente al papel. Ese pedazo que nació de un árbol y que ahora al contemplarlo lo admiro con más detalle.
Vivo en una ciudad que te presiona a cada momento, en donde te hacen creer que al dormir estás descansando, pero que a su vez, otra persona está aprovechando ese mismo momento para sacarte ventaja, no solo a uno, sino que a todos para poder vivir, para formarse un futuro que sea el que todos buscamos, el que nos de una felicidad aparente y del cual podamos vivir en armonía y con la menor cantidad de problemas. Este mundo tan grande , de tamañas dimensiones pero al cuál solo conocemos en una medida tan ínfima que ni siquiera podemos decir que lo conocemos, al no conocernos a nosotros mismos siquiera.
Lentamente vamos perdiendo la vida, que corre como el viento y no la podemos detener, sino solo recordarla, preocupándonos de cosas tan importantes que con el paso de los años encontramos tan insignificantes.
Si me encontrara con la muerte, le pediría que me devolviera la vida, al tiempo que pediría volver a morir si no vivo lo que ya viví.
Los lazos que vamos construyendo se dispersan cuando el día va terminando. Y si son lo bastante firmes quizás duren una noche más, para poder contarlo como historia a las generaciones siguientes y que sirvan para rellenar una página más en éste papel que algún día desaparecerá como nosotros.

Anastasia


Una música tenue, lenta y penetradora se apodera del lugar inmerso en una nube. Poesía de los más diversos aromas y temperaturas. La mesa de madera alumbrada por el candelabro artesanal, daba la luz perfecta para el momento. Frente a mi estaba ella, en completa armonía, disfrutando de la naturaleza que nos envolvía. Su mirada, sus ojos me decían mucho, su tez morena suave como el algodón. Entre caricias, mis manos fluían espontáneamente sobre su cuerpo. Ella reaccionaba a su vez mostrándome una sonrisa, estaba disfrutando. El ambiente se torna de color rojo. Las paredes se fueron cerrando, arrinconándonos, juntándonos. Sus gestos delicados, su mirada, su cuerpo, confabulaban para mi. Su expresión corporal, todo su ser , la esencia misma de aquella mujer era perfecta. No podría describirla de otra manera que no fuera por su nombre, era ella, solamente ella, Anastasia. La cuál nació de la cascada celestial, que aprendió el arte de amar bajo los pies de la naturaleza, que creció junto a las montañas de la soledad y se formo como mujer. Pura e indeleble, que brotó como semilla del árbol de la juventud, llena de vida, sin prejuicios ajenos que pudieran marchitar su corazón. Era ella, Anastasia, solo ella. A quién Dios quitó el don de hablar y de oír, pero que mediante el trascurso y evolución de su vida encontró el secreto que pocos consiguen hallar. El poder darse por entera y entregar sin palabras ni sonidos. La capacidad de amar a otro más que a ella misma. De poder dar a conocer sus sentimientos con la sola mirada, con el sentimiento puro y propio que no necesita de palabras para ser entendido, sino que sólo se comprende al estar en blanco, concentrado solo en un fin. Un único y magnánimo fin, el de entregar toda esa esencia a la mente perfumada por el calor del sentimiento. Eso que quema sin tener fuego, que te congela sin haber hielo, que te completa con poco, que hace que sientas algo especial dentro de ti. Una sensación indescriptible, solo ella. Anastasia, solo ella.

viernes, 11 de julio de 2008

Eres y trasciendes

Eres esencia que trasciende hasta lo mas profundo de los sentidos
Como una onda expansiva que remece las raíces
Dejando en el aire un aroma exquisito
De jazmines eternos y amables motivos.

De mirada profunda en momentos exactos
Armonizando contextos en situaciones precisas
Es la voz de tu conciencia la que acompaña las tardes
Y la ilusión de tu presencia la que completa la vida.

Son palabras del alma que se dejan caer por motivos
Es la pasión de un poeta en la pluma que escribe
Sobre papeles blancos que dejan fragmentos
Encomendando las manos para hacerlas perfectas.

Uniendo historias de grandiosas coincidencias
Que mas que un relato son sentido puro
Semejanzas que hacen pensar
En un fondo que las trasciende por completo.

Es la grandeza que proyectas, en un sinfín de momentos
Siendo capaz de llegar en segundos, al centro que cobija lo mas preciado
El sonido de un latido aumenta día tras día
Convirtiéndose en un concierto de inimaginables melodías.

Son momentos y frases
Plasmando emociones en espacios abiertos
Abriendo las puertas en reflejos del alma
Dejando lo mas importante para otra ocasión.

martes, 8 de julio de 2008

Libertad de recursos

Suenan a lo lejos los aleteos que chocan con el aire
Aquellos que dan el impulso que eleva y mantiene el equilibrio necesario para volar
Contracción de músculos que se asemejan al baile de una grulla
Peleando entre las fuerzas de corrientes que te azotan y acarician.

La calma en un llano
Donde las varillas de trigo se mueven de lado a lado
Dejándose llevar por la emoción que trasporta el viento
Entre el mareo que producen ciertos remolinos en la tierra.

Trasparencia vital que deja ver el fondo de las piedras
Húmedas en temporadas invernales que esperan la sequía para tostar sus mejillas
Es la fuerza de tus aguas la que talla sus contornos
Llevándose a las pequeñas que juegan en tus faldas.

Quemando con mirada profunda
A veces queriendo tocar pero sin hacerlo
Sintiendo tu calidez en el frío que congela
Cobijando y atrayendo con tu sola presencia.

Uniendo sentimientos que afloran puros y simples
Conjugando deseos y pasiones verdaderas
Es tu función orgánica el trasportar y dar vida
Pero tu esencia es valorar y dar emociones vitales.

Recursos que tenemos a nuestra disposición
Y que hemos apreciado a través de nuestras vivencias
Algunos los sentimos y otros los observamos
A todos los reconocemos en palabras camufladas.

El viento, la tierra, el agua, el fuego y el corazón
Libertad de recursos que expresan y fluyen
En el tiempo de cada individuo
Que plasma en tinta un dejo de aquello.

lunes, 7 de julio de 2008

Volviste Inspiración

Inspiración que estaba dormida
entre las semanas que consumen y no dejan tiempo
al fin volviste para nutrir
el caudal que ansiaba el termino de la sequía.

En el comienzo de la lluvia, caen gotas poco a poco
las que se van robusteciendo a medida que pasan y caen
llegando a dibujar líneas en estelas lejanas
esbozando movimientos entre las posas que descansan.

Espero guardar inspiración en un frasco
y dejar un poco de esencia
esa que de solo sentirla, expone ráfagas de imaginación.

Expresar viendo

Intentando comunicar a través de los ojos
es la única forma de hablar cuando las palabras se hacen lejanas
queriendo escribir en tus manos las mas diversas emociones
teniendo los dedos adormecidos y pensantes.

Soñar estando despierto, atravesando tu mirada
en ojos que brillan y resplandecen
a pesar de la oscuridad que los cobija.

Es acercarse lentamente manteniendo una distancia
apreciando los detalles, disfrutando del momento.

Desprenderse es entregar lo propio y mas preciado
aquello que no tiene un valor en si mismo, sino que en un contexto
aquel que da las directrices y que deja ver una flor
entre las ramas de un árbol de maravillosas características.