miércoles, 4 de junio de 2008

Tierra de Sorpresas



Inmensidad que asombra, que desvela a los aventureros y a los iluminados por la incertidumbre. Estás ahí incólume ante los miles de visitantes que pisan tus faldas y suben por tus espaldas. Al llegar por la mañana, luego de haber caminado por senderos eternos que parecen no terminar nunca, apareciste en tu total magnitud. Pareces un sueño, con las tonalidades de verdes, cafés y un par de nubes que te miran de reojo. Me senté un momento e hice vista horizontal como si estuviera filmando con mis ojos. Los rincones y las hileras de piedras, cada una amoldada en forma perfecta. Haciendo dibujos y formas que llevan a un centro mágico de espiritualidad.
A ratos quedaba mi mente en blanco, no veía a los lados. Pero sentía, al fijar mi vista en un punto, una sensación de estar en un lugar extraño. Me concentre en una roca, del tamaño de 3 personas juntas de altura. Y pasaban los visitantes asombrados de tanta naturaleza y cultura. Pero ellos pasaban mirando el entorno que da el lugar, sus piedras, caminos, colores y formas. Sin percatarse de un pequeño niño que los miraba a ellos y se reía. Aquel ser de dimensiones pequeñas, de tez oscura y vestido con ropa de lana. Brillaba por el rojo y el verde de su vestimenta, que contrastaba con la opacidad de su rostro raído por el sol. De hecho, aquel niño aparentaba ser mayor, por la mala calidad en que se encontraba su piel. Pero era una característica de la población local de la zona.
Y seguí fijándome en él. En lo asombrado que estaba de algunos turistas que casi desfiguraban sus caras al no poder creer lo que estaban viendo. Y es la magia que produce el lugar. Mientras unos se asombran con lo natural del paisaje, otros lo hacen con la extrañeza del visitante. Y decidí ir a ver a aquel niño, que pasaba desapercibido por las personas. Al llegar a aquel lugar, lo miré fijamente. El pequeño me miro y agachó la cabeza. Le pregunte: ¿Cómo te llamas?. Y me respondió: One dollar.
Todo se resumía a eso. Y quizás esa sea la razón por la cuál aquel joven no era visto por los visitantes. Nadie quería ser molestado o perturbado en aquel momento en que uno puede abrir los sentidos y contemplar nutriéndose de la maravillosa naturaleza.
Pero eso sería una posibilidad. La otra que se me ocurre es que el hambre que se vive en zonas donde el único sustento es el turismo, da para mucho. Y no es culpa de aquel ser diminuto que no tiene maldad en su alma, el estar pidiendo plata. Por ende, saque de mi bolsillo un dólar que tenía y se lo di. Su cara cambio y me miró a los ojos. Ya no tenía la sensación de querer cubrirse. Y sonrió. Mostrando su alma a través de aquellos ojos negros que confunden las pupilas, junto a los cuatro dientes que me enseñaba con orgullo. Para mi sorpresa, llegaron tres niños más. A los cuales no les pregunte el nombre. Y me dijeron: One dollar. Ya empezaba a preocuparme. No tanto por tener que darles un dólar, si no porque todo se resumía a eso. Estaba el contraste entre el lugar espiritual y la caída al mundo real de lo material.
Les dije que no tenía plata y ellos seguían insistiendo. Decidí no mirarlos, hacer como si no existieran y caminé hacia otro lugar. Desde ahí, miré hacia arriba al lugar donde antes había estado sentado mirando aquel punto fijo. Y había un extranjero como yo, mirando todo lo que había hecho. Y ahí comprendí a los demás visitantes que hacen vista gorda a aquel niño de características exóticas y ropaje peculiar. Había caído en la misma rutina que antes no entendía.
El día estaba terminando y había visto casi todo. Las miles de rocas grises y cafés, de tamaños enormes y algunas más pequeñas. Los senderos resbaladizos que llenos de piedrecillas recorren los más profundos y variados espacios. Los rincones olvidados juntos a los que se fotografían a menudo como postales. Esta ahí, parado sobre una de las maravillas del mundo. Aquel lugar que sirvió de concierto para los Jaivas y que ha motivado a los más eruditos de las letras a escribir de él. Machu- Pichu lo llaman en las guías turísticas. Yo en cambio, le digo: Tierra de sorpresas.

3 comentarios:

Tomás Correa dijo...

wena aguuustin. Choro lo que escribes... de ahi me teni que explicar como cresta modificar la planilla HTML. Saludos

Deportes dijo...

Qué genial el escrito, espero poder algún día ir allí, a ese lugar...además, si es así; como se ve en fotografías y como la describes creo que me gustará.

Cuidate y mejoráte
saludos
Javy

Deportes dijo...

Qué genial el escrito, espero poder algún día ir allí, a ese lugar...además, si es así; como se ve en fotografías y como la describes creo que me gustará.

Cuidate y mejoráte
saludos
Javy