miércoles, 24 de septiembre de 2008

A imagen y semejanza, tu.



Recorriendo una de tantas revistas que se alojan en aquel lugar que acoge imágenes y libros por doquier, buscando entre las formas la ecuación perfecta que se asemeje a tus ojos, boca y nariz. Creando figuras que aparecen y vuelven a desaparecer cuando al fin creíste que la habías encontrado.

En una historia que se escribe con papeles, decorando la silueta de un cuerpo único e irrepetible.
Pasar la yema de mi índice por tu hombro, recorriéndolo hasta llegar a tu mano, apreciando la suavidad de tu piel y sintiendo como se erizan tus sentidos. Abrazando tu cuerpo, quedando ensamblados como piezas perfectas no dejando un lugar al azar.

Volviendo a buscar entre los papeles de calidades diversas, un color que te represente. Buscando entre las palabras y letras que se leen a distancia, aquella que calce con tu historia. Aquella que exprese con simpleza la complejidad de tu talento. Escribiendo en la arena un mensaje romántico que no sea borrado por el mar cuando deje su estela. Buscando en un jardín, aquella flor que mencione tu nombre y que señale tu situación. Cambiando los planos en que vivo para recorrer los tuyos, encendido en un impulso incontenible que tiene tal fuerza, que es imposible detenerlo.


Una corriente eléctrica que deja negro al blanco mas puro de los papeles. Soñando con volar en un despegue sin proporciones, llegando a la meta una y otra vez sin terminar nunca con el viaje. Partiendo en mil pedazos las amarguras propias de un chocolate extremo, que deja un sabor extraño ante tamaño placer.

Calzando un estilo que cubre las pisadas, dejando entre algodones los recuerdos de un ayer que murió el mismo día en que naciste. Comenzar a entender entre las hojas plagadas de vida, aquella fotografía que te muestra tal como eres. Mirar desde lejos el trabajo y reconocerte entre mosaicos, los contornos que expresan y difunden tus esencias perfumadas. Recogiéndote ante el más mínimo contacto, aquel que hace que pierdas la respiración por momentos y que te haga contener los espasmos. Expresiones diversas ante una mirada, que espera la acogida de un verso, antes de volver a dormir para intentar despertar.

Recorriendo una vez más, las revistas que se alojan en ese lugar, cobijando los libros e imágenes que nunca encontrarán tus ojos, tu boca ni tu nariz. Sólo crearán figuras que emergen y se sumergen en los mares profundos de un pensamiento, que sale a la luz buscando una representación que parece inexistente.

Es un continuo caminar que aloja en su interior, la presencia clara de un ciclo interminable ante la majestuosa virtud del conocer. Un reflejo que deja atónito al poeta que sin serlo, se define como tal. Aquel que escribe en el viento dejando huellas indelebles. Una tarea difícil, al saber que existen mil detalles que cuidar, al regar aquella planta que parece ser la elegida, entre un jardín tan heterogéneo y difuso.

Misionero en tierra de nadie, en un mensaje tan propio que no tiene difusión. Sólo la obra tapada por el manto que no deja ver el arte, esperando el momento para destaparla en función de un instante. Que quizás nunca podrá ser descubierto, ante la incertidumbre de un futuro.

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