martes, 9 de noviembre de 2021

Mi vida eres tu

Recuerdo como si fuera hoy esa sensación que anunciaba tu existencia.
Esa emoción que recorre tu cuerpo, acelerando las pulsaciones con tan solo imaginarte.
Te recuerdo como una ilusión, primeramente.
Es que el noviciado no permite dimensionar más allá de especulaciones, ideas o proyecciones.
Luego, comenzaste a aparecer. Te hablábamos desde las entrañas que fueron tu guarida. Te expresabas, movías, interactuabas.
La tecnología hizo lo suyo al mostrarte en ecografías, que al menos para mi, eran una mezcla de amor, emociones y casi palidecimientos. Nunca fui bueno para las clínicas.
Dominga, así te imaginamos. Risueña, de carácter y personalidad marcada. Suave y de movimientos femeninos, delicada y protectora de tu espacio vital. Cariñosa y abrazadora, en tu forma y en tus tiempos. Así te vimos, te criamos, te abrazamos y cuidamos. Poco a poco vamos avanzando, desde aquella vez en que te recibimos y diste tu primer destello vocal, cómo olvidarlo. Hasta hoy, en que todos los días nos sorprendes con tu agudeza, ternura y emoción a flor de piel. 
Somos sentimentales y eso se traspasa. Tanto tu madre como yo, gozamos de tu esencia. Aprendemos a caminar juntos y nos potenciamos para estar ahí. Siempre. 
Me sorprende que a tus apenas 5 años, me recuerdes cosas que hablamos hace tiempo. Las enseñanzas que te inculco como base de una familia, tu misma me las recuerdas en diversos momentos. Me sorprendes, me emocionas, me llenas de vida y la haces más interesante. 
Hoy te escribo para que cuando sepas leer, sepas que eres mi vida y que te quiero con todo mi ser. Siempre voy a estar para ti, en presente y futuro. En vida o en presencia espiritual. 
Ya viene tu hermana, recorriendo otro camino lleno de Luz. Si, porque viene a iluminar un camino que ya recorrimos pero que nos mostrará otros matices. La posta continúa y quiero que sepas que eres mi vida. Aquella que nunca pensé podría evocar tales sentimientos, cuando llevas mi sangre, pero por sobre todo, mi corazón.